Te veo entre hojas caídas de otoño,
suspiran mis ojos atolondrados,
recorren tus rasgos divinizados
mis sentidos que al desearte ahogo.
Y toda tu belleza hierve mi sangre,
impulsos nerviosos recorren mi ser
y mi alma se ahoga y parece saber
que tú me das la vida y que besarte
me da el sueño. Olerte me da el hambre
y tocarte el deseo y me estremezco
tan solo por pensarte. Yo fallezco
por ti, por el desenfreno que se abre,
por tus finas telas que me dan paso.
Se acumulan mis delirios furtivos,
acariciar tus bellos dedos vivos
y poseer tu seda en mi regazo.
Agitaremos la tormenta a ojos
de la Luna roja por nuestro fuego
teñida y excitada. Seré ciego
pero sentiré nuestros terremotos.
Y por fin será calmado el bravo mar,
caerá suave la lluvia por tu piel,
rebosará mi paladar de tu miel
y descansaré al oir tu voz hablar.