24 agosto 2012

Sombras

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La habitación estaba impregnada de una aura extraña. Cuadros barrocos en dos de las cuatro paredes de la habitación. Ornamentación sobrecargada de los distintos elementos del habitáculo. Luz lúgubre que ilumina tristemente la estancia y se focaliza sobre un montón de hojas de papel y un tintero con una pluma. Vivaldi inunda la habitación con el Invierno de sus Cuatro estaciones desde un tocadiscos en un rincón del lugar.
Un hombre abre la puerta. Se sienta en la silla. Moja la pluma en el tintero y tras dibujar las líneas del pentagrama empieza a escribir notas a gran velocidad escuchando en su cabeza la música que él mismo estaba componiendo. Las notas de Vivaldi se desdibujaban y las notas que el compositor había escrito empezaron a sonar sin razón ninguna en el tocadiscos. Algo empezó a crecer en las sombras al ritmo de la composición; las mismas sombras eran las que crecían y creaban una forma similar a la de un humano. Era un hombre, un hombre de sombras. De esa música acababa de nacer un asesino.

**

El escrito soltó el bolígrafo, cerró su cuaderno y salió de la habitación blanca, iluminada, sencillamente decorada y de suave ornamentación. Recorrió el largo pasillo hasta que entró en la segunda puerta a la derecha desde la puerta de entrada. Era el salón. Entró y se sentó en su sillón mientras escuchaba a Mozart y pensaba en lo que acababa de escribir. Se sentía como si hubiera creado algo allende de una simple historia.

***

El músico caminó a través de su oscura casa pensando en lo que había acaecido momentos antes en la habitación. ¿Por qué sus notas habían sonado? Pero eso no era lo que más le preocupaba, algo oscuro había nacido de esas notas. Salió por la puerta principal al jardín y lo recorrió por el camino de piedras que separaba las dos partes del inmenso y gélido jardín repleto de estatuas. Cuando llegó a la la gran puerta metálica del jardín la abrió sintiendo que algo no iba bien, su partitura sonaba cada vez más fuerte en su cabeza. Las notas que había escrito estaban terminando conforme se acercaba a la esquina y, cuando la dobló, escucho nuevas notas de la que había sido su partitura en su cabeza. Vio allí a su hija. Estaba más que muerta, estaba clavada en la pared pintada de sangre y en su pequeño cuerpo se diferenciaban más de 7 puñaladas. La música de su cabeza se tornó lento moderato acompañando a las lágrimas que por su mejilla  se precipitaban. Esto lo había hecho su creación, su partitura, su música. Cuando se acercó para besar a su hija vio algo escrito en la pared:
"Letras y notas me crearon. Yo crearé dolor. Yo os mataré."

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La noche es oscura y cerrada. Un hombre está plantado frente a una casa. Avanza y fuerza  la cerradura con relativa facilidad. El hombre avanza con determinación y abre la segunda puerta a la derecha desde la entrada. Allí hay un hombre durmiendo en un sillón mientras suena Mozart. 
-Mozart, ¡bah! El barroco sí fue un buen periodo. Vivaldi es un maestro. -dice con desdén.
Se acerca al sillón, deja caer la mano sobre el hombro del hombre dormido, éste despierta.
El escritor, sudoroso, se da cuenta de que ha sido un sueño, puesto que no hay nadie en la habitación, pero sobre el reposabrazos de su sillón se divisa una carta.

Tus letras viajan y crean mi música, Mis notas viajan y crean la muerte. Ambos hemos creado dolor, solo tu que iniciaste la creación podrás remediarlo. Rápido, hemos creado algo real, algo que no se quedará en la ficción de tus letras o mi música.

El escritor se puso nervioso, no sabía como podía haber ocurrido aquello. Apagó la música de Mozart y se dirigió rápidamente a su habitación donde abrió el cuaderno para tratar de escribir la historia de tal manera que terminase esta pesadilla. Cogió con su mano temblorosa el bolígrafo, su dedo pulgar, tembloroso y sudoroso, lo pulsó y lo llevó al papel para arreglar lo que había escrito. Puso el bolígrafo 2 centímetros abajo del último párrafo y empezó. No había tinta. Las letras se escribían mientras el escritor las leía atónito. Sombras. Una gota de sangré cayó sobre el cuaderno desde la comisura de los labios del escritor. Moría. Entonces lo comprendió todo.

*****

Un grito estridente inundo la habitación al despertar el músico de su pesadilla. Tenía la sensación de que alguna parte suya había muerto. Sudoroso y a paso calmado se dirigió hacia el tocadiscos para poner algo de música que le volviera a la tranquilidad. Cuando llegó al tocadiscos vio un libro encima. Nunca había visto ese libro antes. Tapas marrones, sin títulos. Abrió el libro por la mitad y comenzó a leer:
Cogió con su mano temblorosa el bolígrafo, su dedo pulgar, tembloroso y sudoroso, lo pulsó y lo llevó al papel para arreglar lo que había escrito. Puso el bolígrafo 2 centímetros abajo del último párrafo y empezó. No había tinta. Las letras se escribían mientras el escritor las leía atónito. Sombras. Una gota de sangré cayó sobre el cuaderno desde la comisura de los labios del escritor. Moría. Entonces lo comprendió todo.
El músico cerró el libro rápidamente y empezó a correr huyendo de nada y intentado salir de la casa lo más rápido posible. Lo que había leído le había desvelado lo que pasaba, al igual que le sucedió al escritor, y por este motivo dejó de correr. Las sombras bailaban a su alrededor y él esperaba su muerte. Sangró el corte limpio de su cuello antes de que cayera su cabeza al suelo. El hombre de sombras disfrutaba de su obra mientras murmuraba:
Terminaré con todo lo que me creó. Las letras no me crearon. Las notas no me crearon. El que lee esas letras es mi creador y morirá. Sé que me estás leyendo. Allá donde hayan sombras estaré. Morirás.

20 agosto 2012

No es mi lugar

Me sobrecoge. El mundo me sobrecoge.
No veo nada más allá de mi menguante existencia.
Mi existencia se difumina, el mundo me absorbe.
Ante el espejo, oscuridad; mi mundo se silencia.

Nunca he encajado en esta realidad, jamás.
Vivo por vivir, con el dolor de andar torcido;
como un clavo mal clavado, como un cura
sin creencia, como un hombre inhibido.

Crezco empeorando. Cada vez más humano,
cada vez más estúpido. Anhelo ser pequeño,
entonces sabía que esta no era mi vida, te anhelo, pasado.
Anhelo cuando me acostaba y esperaba no despertar.

Ahora, demasiado tonto como para no querer,
demasiado ético como para omitir mi alrededor,
demasiado enzarzado en esta realidad ajena.
Demasiado débil como para luchar por ella.

Viviré por el verde de los prados y el marrón de las montañas.
Viviré por el azul de ríos y cielos. Y por la eterna belleza.
Viviré porque siempre quedará viento que sentir en mi piel.
Viviré por la realidad que me aprecia y no puedo omitir.

A la vez, moriré porque no me pertenece vivir aquí.
Porque no puedo actuar como el mundo exige.
Porque me odio a mi mismo y no me puedo cambiar.
Moriré porque esta nunca ha sido ni será mi realidad.

10 agosto 2012

Reina del bosque

Se alzaba ante la vista de la pequeña niña un majestuoso bosque oscuro y frondoso. La niña no superaba los 8 años, su tez era blanca como el jazmín, sus mejillas sonrosadas como dos soles y su pelo oscuro, largo y liso se alargaba hasta su cintura. La niña había huido de su casa en busca de protección, protección de su padre que ya había matado a su madre y, ahora, volcaba su ira sobre ella.
A paso paulatino, tranquilo, seguro, sin vacilaciones, se adentró en las inmensidades del gran bosque creyendo, o más bien, sabiendo con certeza que lo que encontraría allí no sería peor que lo que su mundo, la civilización, le había ofrecido. Pasaron tres días y tres noches y la niña estaba gravemente herida. No había comido desde que se adentro en el bosque y solo había bebido agua estancada en el suelo cuya calidad era más que dudosa. Cuando estaba al borde de sus fuerzas, cuando un paso más significaba dejar de respirar, cuando el sol perdió su último rayo entre los enormes árboles del bosque, la niña se desplomó mientras pensaba en perder el conocimiento y con un poco de suerte no volver a recobrarlo nunca más. Su cuerpo permanecía extendido sobre la tierra seca y fría mientras el viento jugaba con las hojas de los árboles y el sol, preocupado por la niña, se asomaba por los huecos de los inmensos árboles en intentos vanos de encontrarla y darle algo de calor.
¿Qué pasa? - dije mientras me levantaba frotándome los ojos- ¿Cómo he llegado aquí?
Este no es el lugar donde había caído. Ahora estoy entre paredes en vez de rodeada de gigantes disfrazados de árboles. El lugar era húmedo, luminoso y frío. De pronto, por la puerta entró un majestuoso lobo, caminando lentamente hacía mí. No sé por que pero en todo momento supe que no me iba a hacer daño, al menos no tanto como me lo hizo mi padre. El lobo avanzaba hacia mi y yo lo esperaba, sin miedo y con seguridad. Cuando se detuvo ante mí le tendí mi mano, sabía lo que estaba haciendo, y el lobo mordió la manga de mi chaqueta guiándome hacia el foco de luz, hacia el exterior de la cueva.
Cuando salí la luz me cegó por unos segundos, pero cuando se aclaró mi vista pude ver más de mil animales de diferentes razas arrodillados ante mí. Nos encontrábamos en un gran círculo con pocos árboles donde el sol si me veía y me sonreía. El viento era agradable y fresco. Al este de la cueva pude apreciar un gran lago de agua limpia y al oeste una gran variedad de árboles frutales.
Los animales esperaban algo de mí, yo sabía que esperaban, alcé mis manos y grité dentro de los límites de mi voz de 8 años:
-Seré vuestra reina, yo os adoraré y os cuidaré todo lo que pueda de la misma manera que sé que vosotros me protegeréis de todos los males de este mundo.
Los animales abandonaron su postura de sumisión y asintieron con sus cabezas mis palabras. El mundo sabía que ya había sufrido bastante, que la muerte de mi madre y las agresiones de mi padre no podían repetirse, y  el universo me otorgó un ejercito de animales contra los males del mundo. Emocionada, grité:
-¡Animales, protegedme!

Animales, protegedme; animales, protegedme; animales, protegedme. No dice otra cosa, solo repite eso continuamente -afirmó el doctor.- Ha perdido la cordura completamente y nunca la volverá a recobrar. Las palizas de su padre y ver como ha matado a su madre le ha costado toda firmeza mental que tuviera esta niñita de 8 años. Como usted comprenderá, su salud mental la convierte en una prueba inservible en un juicio.
Ya lo veo -dijo el policía.- Así que parece que quedará libre, no tenemos más pruebas contra él que esta niña. ¡Maldita sea!
El policía se alejo arrojando con malicia su placa al suelo y maldiciendo todo lo maldecible. Mientras, se alejaba con una lágrima en la mejilla pensaba lo bonito que sería poseer un ejercito de animales que nos protegieran de todos los males del mundo.

04 agosto 2012

Fi del món

Dos amics en un carrer obscur dialoguen calmadament.
No em fages parlar de la fi del mon, no ho fages, per favor.- Deia el xic- Deixa'm poder somiar en gaudir de cada segon, de cada petit moment que podem passar junts. No somies en viure eixa desolació i, per tant, disminuir el temps que tenim per a estar junts i xarrar sense restriccions morals. No m'obligues a perdre't de vista tan sols pel teu desig catastrofista d'un paisatge insípid i gelat. Se que desitges  poder caminar sola pel món, sense ningun humà que et moleste com pot ser ho faria jo, però et pregue comprensió, no molestaré, ho jure.
La xica no va entrar en raons, tan sols es va aproximar i li va dir a l'orella:
- Ho sent, però t'estime menys del que desitge aquesta destrucció, aquesta soledat, aquesta pau que provoca la fi del món i de l'esser humà.
El xic, acceptant les paraules de la seva amiga, per que la felicitat de la seva amiga estava per damunt de la seva propia, va decidir utilitzar la màgia que li atorgà eixa relació d'amistat per a acabar amb la vida de tota l'humanitat excepte la vida d'ella. Abans de morir, sols va poder dir-li unes paraules més:
-T'adore, gaudeix del teu somni, com jo gaudiré per que tu seràs feliç.
D'aquesta manera, la noia va quedar tota sola en el món, gaudint del moment que tant havia volgut, desitjat i somiat. Va caminar pels carrers a un ritme pausat, observant la bellesa d'un món que des d'eixe moment s'havia acabat.

01 agosto 2012

Adoro

Kilométricamente pasa el tiempo,
con las manos toco el viento,
partir la tierra es factible
pues junto a ti todo es posible.

Adoro, tu belleza solidaria
pues para los demás es un
gusto observarte  y someterse
a tu perfección extraordinaria.

Adoro, que juguetees con
tu oscuro cabello,
desearía entrar y percatar
la lindura hecha pelo.

Adoro, estar a tu lado,
hablar contigo de todo
lo que haya deseado.
Compartir cada momento contigo,

Adoro, tu amistad y cercanía,
sentirme seguro a tu lado,
asombrarme por tu enorme valía.
Adoro toda tu persona.

Me encanta que cumplas años
y que mejores, como el vino,
pues tu y yo lo somos, y
en el futuro serás algo divino.

Anhelo, por celebrar los
próximos años contigo,
muriendo juntos,
charlando hasta el infinito.

Por toda la eternidad, seré el agua que deshaga tus piedras o te ayude a cargar con ellas. Felicidades.